Microrrelato: Una vez más

La casa en lo alto de la colina parecía moverse con cada ráfaga de viento nocturno, cimbreando y crujiendo, como si tratase de lanzar angustiosas advertencias a cualquiera que se atreviese a poner los pies en ella. Era un cadáver de madera grisácea del que ya solo quedaban vigas podridas y paredes que se desmoronaban, pasillos oscuros y habitaciones putrefactas. Su parte racional le decía que no debía estar allí, pero algo muy dentro de él, quizá su cerebro más primario, le llevaba una y otra vez hasta aquel lugar. Se detuvo a escuchar. Un chasquido tenue y amortiguado, una tabla del suelo que se combaba. Había alguien más. Contuvo la respiración y se escondió entre las sombras. El aire se colaba por las rendijas, pasando de un silbido a un quejido agónico, casi un presagio. El sonido se repitió, pisadas que avanzaban lenta pero inexorablemente en su dirección. El haz de una linterna barrió la entrada. —¿Por qué hemos tenido que venir aquí? Ya sabes lo que dicen de esta casa y no me gu