The Long Dark, cuando la soledad es terapia



Hace ya un tiempo que hablé aquí de The Long Dark, un juego de supervivencia en condiciones extremas que me llamó la atención en Steam y adquirí en una promoción. No puedo estar más contento con esa decisión, porque a pesar de que lo he jugado menos de lo que gustaría, cada nueva incursión en sus terrenos helados ha sido mejor que la anterior. Al final la historia (aunque cautivadora) ha sido lo de menos. Solo caminar por una carretera helada en busca de un lugar donde refugiarse ya es extrañamente satisfactorio.

En The Long Dark no hay zombis ni enemigos que te hagan sentir un peligro inminente. Solo el frío y el hambre, necesidades tan básicas que pasan desapercibidas en la mayoría del resto de juegos. Aquí te sientes agradecido por avistar una casa abandonada, cualquier tipo de techo, por modesto que sea. Y si dentro hay una cama y una estufa, sientes que te ha tocado la lotería. Después basta con fundir algo de nieve y revisar los armarios en busca de una lata vieja de alubias. Con el estómago lleno y la noche cayendo alrededor, piensas en dormir. La habitación queda envuelta en tinieblas, porque no hay electricidad, y la carencia otra comodidad del mundo moderno que damos por sentada te da en las narices. Te envuelves en una parca que acabas de remendar con unas cortinas y piensas cuánto tendrás que alejarte mañana en busca de provisiones, porque esa casa no está mal y ¿por qué arriesgarse? Quizá una vuelta rápida por los alrededores, hasta el lago helado que viste al llegar...

Es raro encontrar tanta capacidad de inmersión con unos medios tan sencillos, pero los creadores del juego lo han logrado con creces. Los territorios que visitas invitan a quedarse y a explorar, ofrecen lugares creíbles e interesantes que explorar, sobre todo porque cuando sobrevives con lo justo, los vagones de un viejo tren descarrilado o una central eléctrica abandonada son como pequeños universos llenos de posibilidades. Toparme con el cadáver de un ciervo y descubrir que podía quedarme con su piel, secarla y fabricar un abrigo me dejó anonadado. Sobre todo porque me considero un recién llegado y creo que solo sé un porcentaje muy pequeño de todo lo que se puede hacer. He visto lobos y osos, y sé que podría cazar, pero tampoco hay prisa.

The Long Dark es una oportunidad de vaciar la mente, un paseo tranquilo donde tú marcas qué quieres hacer y a qué retos deseas enfrentarte. Todo un hallazgo dentro de la lista interminable de títulos llenos de iconos en el mapa, quests secundarias, PNJs y batallas sin fin. Como un Skyrim en el que te dejasen a tu libre albedrío, sin enemigos, para que solo tengas que preocuparte por ver las auroras boreales o cruzar otra colina más por el puro gusto de descubrir qué esconde. Una forma de terapia. Y me pregunto cómo no se le ocurrió a nadie antes.


Comentarios

  1. Que interesante... de haber sabido de tal... oferta... Creo que este y Mad Max son dos juegos que has comentado con los que me he quedado con ganas de probarlos. No lo conocía.
    Es malo decirlo pero, como siempre, muy interesante la entrada.

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  2. Yo lo he probado y tengo pendiente dedicarle más tiempo, pero ¡es que no se puede estar a todo lo friki!

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