La campaña perfecta (II y final)

Escondidos en aquel motel, recopilamos la información que pudimos. El príncipe había decidido dar un escarmiento a cualquiera que persiguiese sueños vacuos de humanidad. Daría ejemplo acabando con la niña y con cualquiera que se interpusiese, nosotros sólo éramos un obstáculo más. Para entonces ya sabíamos que habíamos pasado de cazadores a presas, perseguidos, y en breve rodeados, sin posibilidad de escapatoria. ¿Podríamos haber hecho un trato y usarla a ella como moneda de cambio? No lo sé, y ni siquiera recuerdo que nos lo planteásemos, algo que me enorgullece en cierta forma. En realidad fue al contrario, tras debatirlo optamos por el camino más difícil, pero el único que nos parecía lógico. Rompimos el cerco en una pelea desesperada, casi milagrosa. Mientras nuestros enemigos se reagrupaban, nos separamos: varios del grupo siguieron en la ciudad, dispuestos a causar el mayor caos posible, en parte como distracción, pero también para demostrar que podían habernos vendido, pe