Por qué NO ilustrar tu juego de rol con imágenes generadas por IA


Ilustrar un juego de rol independiente siempre ha sido una tarea laboriosa. Si tu presupuesto era reducido, o más bien nulo, la única alternativa que te quedaba era bucear entre material de stock gratuito o bibliotecas Creative Commons, hasta encontrar algo que se ajustase a tu contenido. A menudo no obtenías lo que querías, sino solo una aproximación con la que salir del paso. La llegada de las IAs ha abierto un campo totalmente nuevo, proporcionándonos recursos con los que antes solo podíamos soñar, y permitiéndonos aspirar a publicar manuales con calidad profesional. La pregunta es, ¿a qué coste?

Es muy sencillo crear una cuenta en una plataforma como Midjourney o similares, y empezar a generar imágenes. Algunas requieren de una suscripción mensual, pero existen muchas con periodos de prueba gratuitos o límites diarios bastante flexibles que cumplen la función que queremos, sin tener que hacer ningún desembolso. En pocos minutos y con unos cuantos clicks, podemos tener nuestra próxima portada entre manos. En un par de días podemos llenar una carpeta con todas las ilustraciones para los capítulos, o incluso sugerencias de maquetación, si tenemos dudas.

No existe ninguna pega técnica a este proceso, la única que hay es moral. Esa es la que más nos debería preocupar, y por la que deberíamos pensarnos dos veces si recurrir a las IAs. A día de hoy, las inteligencias artificiales se están aprovechando del trabajo previo de cientos de miles de ilustradores, sin darles crédito y sin que ellos reciban ninguna compensación. Tal y como se está haciendo, no solo les perjudica y precariza aún más su trabajo, sino que probablemente sea ilegal.

Una IA no deja de ser un programa sofisticado para realizar collages, un “corta, pega y funde”, llevado a cabo con mucha eficiencia, pero que en el fondo no es más que una versión hipertecnificada de algo muy viejo. Nuestros primeros fanzines estaban maquetados con fotocopias y recortes, y cuando pudimos optar a algo mejor, nos dedicamos sin pudor a retocar con Photoshop imágenes de otros. Las inteligencias artificiales son algo parecido, no crean nada de cero, toman infinidad de fragmentos y tratan de montar algo, con mejor o peor fortuna. Para hacerlo se basan en una biblioteca de millones de ilustraciones de artistas de internet, que no han dado su permiso para estar ahí, y encuentran su obra plagiada sin poder hacer nada. Cada vez que le hacemos una petición a una IA, el algoritmo nos escupe un refrito de esa librería inmensa, y si queremos hacer el robo aún más descarado, podemos pedirle incluso que lo haga emulando a Mignola, Loish, Brom o quien nos apetezca.

Se puede argumentar que esto ha ocurrido siempre en el proceso de creación humana y que nada surge de la nada. Todo es un remix, porque ninguna idea, estilo o producto artístico puede existir sin una serie de influencias previas. Mignola también desarrollaría su arte a partir de la gente a la que él admiraba, ¿no? ¿Qué hay de malo en que lo haga un IA? Para empezar, una inteligencia artificial no es una persona, que dedique veinte años de su vida a mejorar sus habilidades en ilustración, se forme estudiando a sus ídolos y evolucione hasta dar con su propio estilo. Las IAs son un atajo a todo ese proceso, y juegan con ventaja, porque copian sin rendir cuentas. En horas o minutos pueden aprender lo que a un humano le lleva media vida. Quizá ninguna sepa imitar a Frank Miller o a Benjamin Lacombe ahora mismo, pero entrenar una para que lo haga es un proceso trivial, porque solo hay que alimentarla con todas sus obras, hasta que “aprenda” a dibujar como él. Y cuando lo haga, ¿para qué necesitaré al artista original? Peor aún, ¿quién querrá ser artista, bajo esas condiciones?

Algo que debemos tener claro es que las IAs han llegado para quedarse, no se trata de tenerles miedo, ponerles trabas ni alentar la tecnofobia. Lo único que se les debería pedir a las empresas que las programan es que jueguen en igualdad de oportunidades con los demás y respeten la legalidad. Los autores originales del material con el que se alimentan deberían ser reconocidos y remunerados, y si no, darles la opción de que su trabajo no sea usado en sus bibliotecas de referencia. Lo contrario es alentar el plagio, disfrazado de avance tecnológico.

Por mi parte, por muy tentador que sea, no voy a utilizar las IA para ilustrar ningún manual que publique. Creo que lo responsable es apoyar a los artistas —dibujantes, escritores, cineastas y exigir un trato justo para ellos, o a la larga perderemos talento, creatividad e innovación. Un futuro que consista en máquinas cortando y pegando lo mismo una y otra vez, sin sentido, es un futuro pobre y desolador para el arte, y para todos nosotros.

 

Foto de Hung Pham en Unsplash

Comentarios

  1. Es un debate muy interesante y de actualidad. Yo creo que no existe plagio en sí, ya que no se está copiando una creación concreta, sino que se está reutilizando una fuente de creaciones para crear algo nuevo. Es parecido a cuando se samplea en la música: en los 80 y 90 hubo mucha polémica con eso porque se consideraba que era "robar" partes de la música, pero sus defensores decían que se estaba reutilizando en un contexto musical distinto y por tanto era una creación nueva (pero que reusaba material original). Aquí la diferencia está en que está utilizándose una máquina que automatiza el proceso de forma muy rápida, pero la base es la misma.
    Por otra parte, sobre el debate moral, en mi opinión el problema no son las IAs, sino el miedo a que las empresas que las llevan (y ganan dinero con ello) se beneficien de su uso, mientras que los artistas pierdan su fuente de ingresos o tengan que reducirla. Pero eso en sí no es problema de la tecnología, sino del contexto social en el que la usamos. Si la forma en que nos tenemos que ganar la vida no fuera el que la mayoría tenemos que trabajar para que unos pocos se enriquezcan, se podrían usar las IA para automatizar trabajos tediosos y repetitivos (por ej. hacer ilustraciones en gran cantidad para ilustrar libros de ambientación etc.) mientras que quien quisiera ser artista por amor al arte podría seguir siéndolo y disfrutando de la actividad (sin que fuera una fuente de ingresos y por tanto sin que dependiera de ella; esto implicaría que unos pocos artistas famosos no estarían forrados, pero que el 99% no tendrían que malvivir trabajando para unos pocos privilegiados).
    En definitiva, se usaría la tecnología para ahorrar trabajo a las personas, no para generar beneficios para unos pocos.

    ResponderEliminar
  2. La verdad es que es difícil saber qué decir. Personalmente, me parece terrible porque creo que nos estamos depauperando como seres creadores, pero por otra parte, hay muchas cosas que han ido cambiando y hemos aceptado sin más. Mi abuelo usaba una regla de cálculo en la universidad, yo uso una calculadora. Los zapatos ya no se hacen a mano, sino en serie, al igual que los coches.

    En la antigüedad, era frecuente que los artistas fuesen a copiar estatuas de otros. ¿Alguien cree que los grandes genios pintaban solos esos gigantescos frescos? Creo que lo que ocurre es que la tecnología ha invadido algo para lo que no estábamos preparados, porque parecía exclusivamente humano, como el ajedrez, pero al final, el Test de Turing se muestra en toda su crueldad. Quizás sea un corta y pega burdo, pero es mejor que el 95% de todos los profesionales del ramo.

    Aún quedan zapateros que hacen zapatos a medida, pero son pocos, selectos, vocacionales y caros. Esos son los artistas que quedarán (y programadores, y escritores, entre otros). El resto se dedicará a aprender cómo pedir a la IA que haga exactamente lo que se quiere que haga. Es posible que algún día, más pronto que tarde, los sustituyan, porque las IAs sabrán mejor que nosotros lo que queremos en realidad.

    ResponderEliminar
  3. No se puede poner puertas al campo.

    ResponderEliminar
  4. A mí lo que me preocupa de las IA de conversación es que se inventan cosas, pero sus mentiras son muy creíbles. Es decir, suenan creíbles si no conoces bien aquello de lo que estás hablando, pero por ejemplo, ¡se inventan citas de artículos, ensayos u obras que no existen! En cierto sentido, son loros que repiten lo que se les ha dicho, solo que se les ha dado una enorme cantidad de información. En cierto sentido, hemos creado un papagayo sobre el que proyectamos mucho más poder y sofisticación del que tiene.

    Y en cuanto a las IA que dibujan a partir de todo lo que han copiado... pues tres cuartas de lo mismo. Crean obras que no son sino un corta pega de todo aquello con lo que las han alimentado. Son técnicamente buenas, pero no tienen una visión de lo que están haciendo. Digamos que no tienen propósito, son solo un truco. Ilusionismo.

    Al final está claro que son una herramienta y que como tal lo que hacen es proyectar nuestras habilidades más allá de nuestras capacidades naturales. Por desgracia entiendo que se utilizarán para lo que se usan a día de hoy las herramientas de automatización: para quitarnos de encima a trabajadores, en este caso, a artistas de la palabra o el dibujo. Creo que por eso nos da vértigo ver de lo que son capaces, aunque solo sea en este estadío inicial: porque sentimos que si el arte es también automatizado, ¿qué nos queda por hacer ya en este mundo?

    ResponderEliminar
  5. No estoy de acuerdo, con ese criterio no deberías usar internet que es una interconexión de datos de millones de usuarios. Incluso te diría que es de lo mejor que le puede pasar a las editoriales indies y unipersonales tener texto e imágenes creadas por IA. Tanto moralismo sin sentido.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario