MV Lyubov Orlova, el crucero polar fantasma


La historia del MV Lyubov Orlova comienza en 1976, cuando fue botado en Yugoslavia. Su construcción formaba parte de un proyecto promovido por el entonces líder de la URSS, Leonid Brezhnev, para sostener los maltrechos astilleros del país, a petición directa del mariscal Tito. El llamado "proyecto 1454" produciría hasta ocho cruceros de este tipo, únicos en el mundo, preparados para surcar los mares del círculo polar y soportar el castigo de los impactos contra el hielo.

Sus especificaciones eran las de un crucero de tamaño modesto: podía acomodar a 206 pasajeros, contaba con un restaurante para 100 comensales, dos cafeterías, un café-bar y un cine con 60 butacas, además de salón de baile y discoteca. La tripulación rondaba las 50 personas, más que suficientes para atender a todo el pasaje, ya que la ocupación del navío no solía superar los 110 viajeros.

Durante sus más de cuarenta años de servicio, el MV Lyubov Orlova realizó travesías al Ártico y a la Antártida, cambiando de propietario y siendo reacondicionado varias veces en el proceso. Su decadencia llegaría a partir de 2010, cuando fue incautado en Terranova por las autoridades canadienses a causa de las deudas contraídas por sus dueños. En 2012 sería vendido para ser desguazado en la República Dominicana, pero su último viaje resultó del todo menos tranquilo.

El remolcador Charlene Hunt era el encargado de llevar al Lyubov Orlova a su último lugar de descanso, pero al día siguiente de su partida desde el puerto de St. John el cable que unía ambas naves se rompió. Los fuertes vientos impidieron volver a conectarlo y el crucero se alejó lentamente hacia el este, sin tripulación ni capitán a bordo.

A principios de 2013, temiendo que el barco a la deriva pudiese suponer un riesgo para las plataformas petrolíferas y de gas de la zona, el gobierno de Canadá contrató a otro remolcador, el Atlantic Hawk, para que retomase su control. Tras lograrlo, lo llevaron a aguas internacionales y lo abandonaron allí, alegando razones de seguridad para no intentar conducirlo a puerto. El Ministerio de Transporte esperaba que las corrientes y el viento lo alejasen de sus aguas territoriales definitivamente, librándose así del problema. El Orlova acababa de convertirse oficialmente en un barco fantasma.

No se volvió a tener noticias suyas hasta febrero del mismo año, cuando fue avistado a 1300 millas náuticas (unos 2500 km) de la costa irlandesa. En marzo se recibió una señal de su baliza de socorro, que solo se activa al contacto con el agua, por lo que las autoridades consideraron que debió hundirse en un punto indeterminado del Atlántico. Sin embargo, esta teoría no ha sido nunca confirmada.

Posibles semillas de aventura
La historia del MV Lyubov Orlova recuerda a la película Barco Fantasma, y algunos de los rumores que circularon sobre él en los medios sensacionalistas británicos son tan truculentos como cualquier película de terror. Varios periódicos alertaron de la posibilidad de que el crucero estuviese infestado de enormes ratas rabiosas, que habrían tenido que recurrir al canibalismo para sobrevivir, al no existir ya alimento en el barco.

Si nuestra intención es escribir una aventura ambientada en el Orlova, podemos jugar tanto con elementos reales como sobrenaturales. Arrastrado por las corrientes, el crucero puede haber llegado casi a cualquier punto, desde las costas de Noruega hasta África, o quedar atrapado en el centro del Atlántico Norte. El escenario del círculo polar siempre es interesante porque añade un reto más con las duras condiciones atmosféricas. Los protagonistas pueden recibir el encargo de abordarlo, para evitar que choque con una plataforma, para llevarlo a puerto y venderlo como chatarra, o para tratar de encontrar algo que quedó escondido tras el último viaje (desde equipo de espionaje ruso, pasando por joyas o un misterioso objeto hallado en una expedición a unas ruinas de la Antártida).

Sus antagonistas pueden ser desde las ratas gigantes de las que hablamos anteriormente hasta equipos de rescate rivales o espías que traten de hacerse con la carga. Otras opciones más siniestras serían fantasmas de antiguos viajeros asesinados, empeñados en que se descubra el crimen y se haga justicia, monstruos de las profundidades que hayan subido para alimentarse, seres de una raza acuática ancestral, que tratan de guiarles a una isla que solo emerge una vez cada cien años para realizar un sacrificio... las posibilidades son infinitas.

Los planos que acompañan este artículo pertenecen a otro crucero del mismo tipo, "gemelo" del Orlova, el Mariya Ermolova.



Imagen: Wikipedia - Lilpop,Rau&Loewenstein / CC BY-SA

Planos gracias a HHVFerry.com

Comentarios

  1. Me parece increíble que lo dejen a la deriva, con la de accidentes que podría producir, una locura. La verdad que un barco fantasma da para muchas historias.

    Solo puedo decir una cosa "Solvay".

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    1. Puede que fuese todo un tema legal, el gobierno canadiense no querría hacerse cargo ni negociar por los gastos del rescate, desguace, etc.

      ¡Solvay!

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  2. Un artículo maravilloso. Me parece increíble que se pueda optar simplemente por dejar un barco a la deriva, pero sí que es un escenario con muchas posibilidades.

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    1. Me alegro de que te haya gustado. Creo que sopesaron los costes y no les compensaba devolverlo a puerto, a mí también me parece increíble.

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  3. La realidad a veces supera la ficción más fantasiosa. Increíble las posibilidades del barco fantasma. Enhorabuena por el ritmo incansable del blog y la calidad

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