Ambientación: Distopía actual


"Es entonces cuando los señores de la guerra y los demagogos toman el poder, algunos olvidan que todas las personas son personas, se crean enemigos, se les difama y deshumaniza, las minorías son perseguidas y los derechos humanos como tales son arrastrados por el suelo. No es tanto un futuro lejano y aterrador, sino la cúspide de lo que estamos viviendo ahora mismo".

—Margaret Atwood


Hace unas semanas, las imágenes de las protestas de Portland, con filas de agentes uniformados disparando botes de gas lacrimógeno a los manifestantes, nos llegaron con descripciones similares: "parece que estamos viviendo en una distopía". Los siguientes días no fueron mejores, con la aparición de unidades federales militarizadas que detenían a personas al azar y se las llevaban en vehículos sin identificar para interrogarlas. Resulta extraño pensar que tantas de las cosas que asociamos con esos futuros distorsionados están presentes ya entre nosotros, y deberían hacer que nos cuestionemos si, como en muchas otras ocasiones, el futuro no nos habrá pasado por encima sin darnos cuenta.

Y no se trata únicamente de la sombra de líderes tiránicos, de la amenaza de ideologías extremistas o del recorte de libertades. Tanto el cine (Enemigo público) como los videojuegos (Watch Dogs) llevan años advirtiéndonos sobre cómo la tecnología puede usarse para vigilar, controlar y en última instancia someter a la población. La tecnología 5G permitirá el uso a gran escala del reconocimiento facial en tiempo real, como ya se está haciendo en China. Drones equipados con escáneres podrán sobrevolar las manifestaciones capturando tanto imágenes como el tráfico de datos de todos los móviles de una zona. Identificar y seguir a un individuo concreto hasta su casa, para después detenerle, será trivial.

Muchas de estas cosas están pasando ya. Nuestra presencia e internet es monitorizada. Cada web que visitamos, cada cosa que escribimos, incluso lo que decimos cuando no estamos navegando, se registra y se usa para crear un perfil. Nuestro teléfono nos escucha a todas horas, e incluso puede recibir la orden de grabarnos sin que nosotros nos demos cuenta. La webcam de nuestro portátil es un ojo espía dispuesto para que cualquiera con las habilidades o los recursos suficientes se cuele en nuestra casa.

Ser un disidente o un defensor de la libertad es cada vez más difícil, cuando el cerco digital no solo es omnipresente sino que está asumido. Podemos reducir nuestra presencia online al mínimo, usar teléfono sin GPS y comunicarnos a través de métodos "analógicos", pero nuestra propia resistencia a dejar una huella virtual la hará aún más grande. Aunque lográsemos ser esa cara que no se puede reconocer en ninguna base de datos, eso mismo haría saltar todas las alarmas y nos delataría. Y la pregunta que surge, por encima de todo es ¿merece la pena?

Todas las predicciones apuntan a que lo que nos espera será mucho peor. Si desaparece el dinero en efectivo y muchas de las transacciones requieren de nuestro móvil, nuestra huella o nuestro rostro, cada día trazaremos una ruta virtual que las agencias de seguridad podrán seguir y estudiar. Desde el primer café de la mañana al peaje de la autopista, desde hacer la compra en el supermercado a tomar unas cervezas con un amigo. Sabrán quiénes somos, dónde estamos y si estamos haciendo lo que debemos. Cualquier intento de colocarnos una máscara de V de Vendetta y salir a protestar cuando las leyes se vuelvan más restrictivas será mucho más peligroso que antes. El mensaje, tanto en Portland como en Hong Kong, ha sido claro y un anticipo de lo que algunos gobiernos esperan de los ciudadanos: claudica y sométete. Si te atreves a luchar contra nosotros, sufrirás las consecuencias.

Sería una gran ambientación para un juego de rol si no fuese tan cercano y real. Y si algunos no se jugasen la vida con ello.

Comentarios

  1. La realidad superando la ficción una vez más. Estos últimos años me he acordado mucho de Transmetropolitan y lo mal que ha envejecido como distopía cyberpunk porque sencillamente los escándalos políticos y sociales del cómic hoy por hoy serían prácticamente anecdóticos.

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    1. El grado de corrupción y desfachatez ha llegado a extremos increíbles... solo hay que ver lo que hace y dice Trump, y no pasa nada.

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  2. Si, sería una buena ambientación como juego de rol, el tema es que cuando lo juguemos en vivo, no seremos los héroes que si seríamos jugando.

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    1. Supongo que esa es la cuestión. Quizá lo mejor sea desear no tener que vernos en esa situación y quedarnos con la duda.

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    2. Como tu dices, en realidad ya está aquí. Ya hay apps que insertan tu cara de manera casi perfecta en trozos de pelis (He visto muchas madres de dragones estos días), ¿quién prescinde del teléfono móvil?, no hay ya casi documentación analógica. En breve podrán sacarte de en medio creándote un rastro en internet en cuestión de segundos, que encaje con tu geolocalización del móvil y vídeos situándote en dónde les de la gana. :S

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