Aquellas librerías de barrio


Hace poco envié la foto del escaparate de una librería a un amigo. Estaba especialmente bien decorada, con secciones dedicadas a David Bowie, Miyazaki y el anime. "Nuestro entorno natural", me respondió. La nostalgia era compartida. Pocos días después recordé otra de mi ciudad, con estanterías de madera, estrecha, casi un pasillo, libros del suelo al techo, incluso apilados en montones. De las más bonitas que he visto. Y que ya no existe. Porque tener una librería hoy en día es una declaración de intenciones. Si es de juegos de rol, más aún.

Cuando empecé a jugar no había ninguna librería especializada en mi barrio, tenía que desplazarme a pie y en tren, en un viaje que duraba casi una hora, para poder tener en mis manos un manual de rol. Era la época pre-internet y como mucho podía aspirar a toparme con un número de la revista Dragón de vez en cuando, en kioscos que probablemente no sabían lo que les había traído el distribuidor. Todo llegaba con cuentagotas, las fotocopias proliferaban, así que un lugar así, lleno de libros que poder hojear, era un oasis de la imaginación. Un sitio para codearse con iguales, hacer amigos y soñar con tener un presupuesto infinito para volver cargado a casa.

No sé si mi librería de siempre seguirá en activo, podría usar Google y averiguarlo en unos segundos, pero prefiero no hacerlo. El rol nunca ha sido un mercado muy seguro para labrarse un futuro, y en esta era de coronavirus y distanciamiento social, la posibilidad de que hayan decidido echar el cierre por última vez es muy real. ¿Quedarán librerías de barrio cuando volvamos? Ni siquiera sé si la pandemia ha sido un golpe duro o simplemente el último empujón por la inexorable escalera de bajada hacia la desaparición.

No temo por los juegos en sí mismos, porque los creadores son como una guerrilla: la mayoría son pequeños y versátiles, y ya cuentan con mantenerse con otra cosa. Trabajos que de verdad den de comer. Sospecho que incluso las grandes editoriales sacarán su catálogo en formato digital o bajo pedido y seguirán adelante sin sufrir mayor trastorno. Lo que de verdad me da pena es que poco a poco dejen de existir esos sitios pequeños y abarrotados de títulos, con gente estirándose para alcanzar un tomo que parece interesante, o agachados rebuscando en la caja de saldos, hasta arriba de suplementos de Star Wars D6 que ya nadie quiere.

Y antes de que surja en tema, diré que para mí las grandes superficies no son librerías, por mucho que se esfuercen por imitarlas. Son almacenes de material, colocado con más o menos gusto, flanqueado por toneladas de merchandising, porque se vende más y mejor, mantenido por personas que hoy están en esa sección y mañana en la otra punta del edificio. La verdad es que los expositores están llenos, hay muchos escritores y muchas novedades, hay interés por lo alternativo y lo "fan", un mercado que se mueve, nuevos escaparates virtuales y nuevas plataformas. Se editan cosas al otro lado del mundo y podemos consumirlas casi al instante. El libro está vivo. Pero... quizá ya nunca sea lo mismo. O no lo seamos nosotros.

En el futuro, cuando además de turismo espacial se pueda hacer turismo temporal, elegiré, entre muchos otros, un momento de los años 90, en un patio interior donde nadie habría elegido poner una librería (pero ahí estaba). Y me cruzaré con mi yo de dieciocho años y me diré que no lo dude, que V de Vendetta merece la pena. Que conserve el manual de Cyberpunk 2.0.2.0. y el suplemento de Night City. Y que aproveche el momento.

Comentarios

  1. Yo recuerdo con extremo cariño visitar "La Carreta", una librería de mi pueblo, en busca de la última novedad en librojuegos. A día de hoy, sigo soñando de vez en cuando (sin ir más lejos, esta misma semana) que entro en una librería y, escondido en un rincón, encuentro una remesa de librojuegos que aún no he leído. Y calculo mi presupuesto y me llevo todos los que puedo. Las edades de oro son efímeras, y todo pasa. Me quedo con la reflexión sobre disfrutar del momento.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A mí me pasa algo parecido, me imagino llevándome todos los libros y suplementos de rol que nadie quiere de las librerías de segunda mano de mi ciudad, para salvarlos. Creo que si no estuvise limitado por el dinero mi casa parecería un almacén. Y todo por pura nostalgia. En fin, al menos hemos podido vivir esa época tan especial y atesoramos el recuerdo.

      Un saludo.

      Eliminar
  2. Bonitas palabras Franko, me siento muy identificado. Lamentablemente, creo que nosotros mismos hemos contribuido a que desaparezcan, hoy en día apenas voy a cuentagotas a la tienda de cómics. También vi desaparecer algunas librerías muy bonitas y me he fijado que ya casi no existen, los pueblos pequeños son un desierto en ese sentido. En el cerro alegre, en Valparaíso (soy de Chile), había una librería maravillosa, llena de arte, política, humanidades, algunos cómics, incluso con una pequeña galería. Cerró por falta de ventas en un sector que no podía haber sido mejor elegido. Al final parece que poner un restaurant caro en un sector "cultural" es mejor negocio que instalarse con un negocio en torno a la cultura.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En el caso de mi librería preferida de la Calle Real de aquí es peor aún: se ha convertido en un bazar chino abarrotado de cacharros baratos. Supongo que el alquiler era demasiado alto en esa zona como para sobrevivir vendiendo libros. De todas formas creo que tienes razón, yo también visito mucho menos las librerías que quedan. Por una mezcla de cosas, porque son más tiendas de merchandising, porque muchos juegos de rol valen ahora 50 €, porque parece hecha para otra generación u otros gustos... Me alegra ver que los juegos de mesa y el negocio "fan" se mueven pero no es lo que yo busco.

      Lo triste es que parece que lo cultural cada vez es menos rentable, o hace falta distorsionarlo a través del filtro pop del momento (superhéroes, Star Wars) para que se mantenga. Al menos siempre nos quedarán las bibliotecas. O eso espero.

      Un saludo.

      Eliminar
  3. del otro lado del charco no se si es diferente.
    en julio cumplo mis 30. empece con esto a los 14/15. ya de por si, aunque viva en la segunda ciudad mas grande del país, el mercado especializado no tiene mucho lugar (debo recordar como me alegraba y entretenía cuando iba a Buenos Aires, Capital Federal y podía encontrar tantos negocios de hobby, mis ojos explotaban). aun así, la población friki siempre existió y se lograba mantener cierta accesibilidad uniendo todo (Manga, Anime, Comics, Literatura de Nicho, videojuegos, TCG, Rol, Juegos de mesa y un gran etcetera). Pero acá aparecía otra realidad siempre presente. la económica. a veces creo que es normal pensar que los latinos consumimos mucho pirata porque no nos importan los creadores de contenido, pero hemos vivido en una realidad económica eternamente al borde (o dentro) de una crisis. yo tenia 17 años y mis padres me daban 30 pesos para salir el sábado, que me alcanzaba para cenar algo rico y quizás comprar una gaseosa a la tarde, en caso de que fuera a bailar me daban un poco mas para volver en taxi y pagar la entrada al antro. un manual en ese entonces, mínimo, costaba 700 pesos. notas la diferencia ? pero el rol tenia que ser jugado y teníamos que tener en nuestras manos ese material. era imperioso para poder vivir un entretenimiento que satisfacía un hambre que nada mas lograba llenar.

    pero era una aventura. salir, buscar manuales. el Internet ya se empezaba a hacer accesible en ese entonces y con mi grupo siempre estábamos pendientes de lanzamientos. cuando la compra en PDF se hizo mas normal, incluso ahorrábamos para comprar un manual entre todos y después repartirnos copias entre nosotros.

    era una aventura. era emocionante. cada edición nueva de Magic eran mas de 400 artes nuevos de guerreros, magos y monstruos que serian de inspiración para jugar rol. las revistas dragón eran un lujo que solo se daban los adultos del club de rol, gente con la que nos llevábamos bien pero que no eran de nuestro grupo de amigos. esa gente si tenia manuales originales.

    y de a poco fue muriendo. aun hay tiendas de hobby que traen cosas, aunque se dedican mas al mundo del manga y los cómics y los productos de merchandising, y por tanto solo de productos AAA en lo que es Rol. Warhammer es un hobby que no tiene jugadores en mi ciudad y si los tiene son grupos cerrados que juegan entre ellos. Magic y otros TCG están siempre presente. a veces abren comiquerias, a veces cierran. las librerías comunes (también en peligro de extinción a nivel mundial)nunca traería cosas de rol porque no existe mercado que valga la inversión (aunque si trabajan mucho con comics y manga y juegos de mesa, que parecen que siempre tienen un mercado)

    hoy en día trato de aportar como puedo con mi sueldo modesto a los desarrolladores pequeños. es lindo ver su esfuerzo. la compra de digital ha bajado mucho los costos y unos cuantos dolares/euros de este lado del río hace mucha diferencia con la devaluación que manejamos.

    pero creo que el espíritu es el mismo. no diría nostálgico, pero tu texto reaviva las aventuras que teníamos en una edad temprana y se siente el choque de ver caer esos pequeños templos en los que nos encerrábamos un fin de semana entero a vivir aventuras con nuestros semejantes.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Creo que has acertado totalmente en tu descripción de cómo son las cosas actualmente. A mí también me da la sensación de que hay una serie de productos AAA que se venden bien y siempre lo harán, y el resto malvive o directamente ya no tiene sitio en las estanterías. Al fin y al cabo un librero ha montado el negocio para tratar de ganarse la vida, necesita apostar por aquello que va a tener salida. Hay muchos funkos, muchas figuras, juegos de mesa, ediciones especiales de cómics... cosas que se pueden comprar para regalar, en general. Ahora mismo lo que llamamos "librería" parece más la sucursal de unos grandes almacenes, como la Fnac o el Corte Inglés. Entiendo por qué ocurre y sí que me da algo de tristeza, aunque en el fondo me alegre porque podría ser peor. Hoy en día las grandes compañías saben que los superhéroes, los videojuegos o todo lo "fan" da mucho dinero, así que ha dejado de ser algo minoritario e invierten mucho en ello. Queda por ver si dinero es igual que calidad, por ahora, como hemos visto con Star Wars, parece que no.

      Volviendo al tema de las librerías, quizá lo que echo en falta es menos comercialidad y volver a tener esa sensación de lugar lúdico. Allí se podía ir a descubrir cosas, no solo a comprarlas. Al menos internet nos ha dado nuevos espacios donde leer y reunirnos, eso no se puede negar. Las pequeñas editoriales pueden sacar sus títulos, la gente que edita fanzines los saca en su propia casa sin arruinarse fotocopiando y grapando... Hay otro mundo abierto para las nuevas generaciones, y espero que el rol pueda estar presente para ellos como para nosotros, aunque sea en videochats, roll20 o discord.

      Puede que lo que eche de menos en realidad sea ser un novato en esta afición tan bonita, sorprenderme e ilusionarme con todo, estar rodeado de olor a libros y haciendo amigos con los que vivir aventuras, como tú dices. Espero que aún sea posible.

      Un saludo.

      Eliminar
  4. Estuve en Porto en la librería Lello, abarrotada hasta el extremo, ¿no sabes cual es?, "La de Harry Potter". Cobraban para entrar, la avalancha de curiosos la había condenado a aquello, pero no era a lo que se dedicaba, el tema es que si comprabas un libro, te descontaban el precio de la entrada. Solo querían vender libros pero no podían. Hay tantas formas de morir.
    Lo que más me recuerda o al menos tiene algo de aquel encanto (para mi) son las pocas librerías de viejo que aún puedes encontrar por lo demás.

    ResponderEliminar
  5. No hagas estas cosas viejo que casi me has hecho llorar.
    Si vieras las cosas que han pasado aquí en Venezuela, las librerías son una leyenda hace tiempo. Las librerías más viejas, las que tenían décadas establecidas, han desaparecido, es un desastre.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Siento oír eso, Lobo. Aquí por suerte todavía quedan algunas, resistiendo como pueden, aunque no sé cuánto durarán. Tendremos que quedarnos con el recuerdo de haberlas conocido al menos.

      Ánimo y que las cosas mejoren.

      Eliminar

Publicar un comentario