The Mandalorian vs. Star Wars, un caso de estudio


Ahora que la nueva trilogía ha terminado es un buen momento para echar la vista atrás y ver cómo en el mismo año han coincidido dos visiones opuestas del mismo universo. Una ha sido aclamada y disfrutada por los fans, la otra les ha hecho sufrir y enarcar una ceja.

Frente al caos narrativo y las dudas sobre qué nos están queriendo contar que plagaron El despertar de la Fuerza y sus sucesoras, The Mandalorian ha sido un regreso a la aventura, a los personajes con los que se puede conectar y a la diversión. Me gustaría hacer un repaso a la forma en la que una serie de televisión de 40 minutos escasos ha logrado ilusionar a los espectadores. Para ello tomaremos como referencia su cuarto capítulo, Santuario. Creo que me gusta más que el resto porque, además de funcionar a todos los niveles, puede verse como una historia independiente.

Santuario es una trama clásica en todos los sentidos y encaja perfectamente en la etiqueta de western espacial que se le ha puesto desde el principio a la serie. Remite a Los siete magníficos o Shane, y en esa familiaridad está también su fuerza. Recordemos que la trilogía original de Star Wars no trataba de bloqueos comerciales o dilemas familiares, sino que era una versión revisada de las historias de espadas y magia, con el chico de origen humilde que está predestinado a convertirse en un héroe y se enfrenta en un duelo con el infame caballero negro. Si El despertar de la Fuerza brillaba en algo era por copiar ese esquema punto por punto y modernizarlo.

The Mandalorian no tiene pretensiones innecesarias ni intenta ser más de lo que parece: una forma de asomarse de nuevo a esa galaxia muy lejana, brindándonos entretenimiento sin complicaciones. Puede haber algo de oscuridad, un héroe taciturno en busca de redención y una metatrama más grande sobrevolando por encima, pero ninguno de esos elementos empañan o se comen el resultado final, al contrario, están ahí para potenciarlo.

Autor: Nick Grindaux

Cuando en el capítulo cuatro nuestro protagonista acepta proteger la pequeña comunidad de granjeros frente a los bandidos, tenemos una clara idea de quiénes son los buenos y los malos, y podemos empatizar con lo que está ocurriendo. Algo obvio, pero parece que muchos autores, J. J. Abrams y su colección de guionistas incluidos, olvidan el poder que tiene lograr que un espectador quiera "estar ahí". Una parte importante del atractivo del cine o de las novelas de aventuras (y obviamente de los juegos de rol) es la capacidad que tienen para hacernos soñar con ponernos en la piel del héroe, visitar mundos lejanos y luchar contra la injusticia. Es fácil querer acompañar al Mandaloriano y pelear codo con codo con él, algo que ni de lejos ocurre con Los últimos Jedi o El ascenso de Skywalker. Esas películas son tan frías y están tan desconectadas del espectador que solo aspiran a arrastrarnos tras unos personajes cuyas motivaciones no entendemos... o simplemente nos dan igual. Tras la primera entrega se olvidaron de que debían mostrarnos quién es esa gente y por qué debe importarnos.

El mejor ejemplo de lo profunda que es la diferencia está en dos momentos clave: en Santuario, la aparición del AT-ST, en El ascenso de Skywalker, la carrera de Finn por encima del destructor estelar. Mientras la primera escena sorprende y transmite amenaza, la segunda solo es otro intento más de impactar al público, pero tan torpe y mal desarrollado que uno acaba por no saber quién está haciendo qué, ni dónde. Un director con las tablas de Abrams ya debería saber que para dejarnos clavados al borde del asiento no hace falta movilizar una nave de kilómetros de largo, o una flota con miles de ellas. Un solo recurso, bien utilizado, puede crear una sensación de peligro infinitamente mayor. Creo que no hay una máquina de guerra más modesta en Star Wars que el andador, y sin embargo Jon Favreau y Bryce Dallas Howard lo transforman en el monstruo a abatir en unos minutos tensos y emocionantes. Solo hay que ver las reacciones a ese episodio en Youtube para comprobarlo.

Cuando llegan los títulos de crédito, en El Mandaloriano hemos descubierto algo nuevo acerca del personaje, nos hemos emocionado, hemos entendido sus dilemas, hemos temido por él y por sus compañeros, incluso por los secundarios. Hemos deseado poder disparar un blaster para repeler el asalto de los bandidos, hemos contenido el aliento al ver los siniestros ojos rojos del AT-ST y hemos tenido sensación de triunfo cuando al fin ha caído derribado por un tiro certero. Eso es aventura. ¿Qué sacamos en claro cuando la pantalla funde a negro en El ascenso de Skywalker? Alivio porque ya es algo que poder dejar atrás y olvidar.


La espectacular imagen de portada es obra de Ryan Church.

Comentarios

  1. Es curioso, pero varios amigos míos odian el cuarto capi del mandaloriano. Creo que uno de ellos, que Mando pudiese siquiera plantearse quitarse el casco por una vida mejor al lado de una mujer (mi colega supongo que se quejaba de que iba en contra de su personalidad) y creo que en general se quejaban de que era algo ñoño, en una serie de acción de tíos duros. Hoy en día el público se ha vuelto muy rarito. Yo me declaro fan en general de todo, siempre disfruto como un niño, jejeje.

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  2. La ventaja del Mandaloriano, y de las Clone Wars, es que la gente de detrás sabía hacia dónde querían ir. Que Dave Filoni esté detrás de ambos proyectos, además de gente que quizás no saben mucho de cine pero sí de Star Wars, es un puñetazo en la cara de la nueva trilogía, que es poco más que un conjunto de escenas encadenadas sin ningún objetivo claro.

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  3. Creo que el Mandaloriano brilla más de la cuenta gracias a la horrenda oscuridad que le rodea, y si, quizás ese capítulo 4 a mi modo de ver se el culmen de la serie. El mérito de conseguir que por fín veas a un AT-ST como la máquina antiinfantería temible que debería ser es un gran paso. Las tomas desde abajo, con el pie en tierra le dan justamente esa perspectiva temible.
    Lo que más me gusta de la serie es que no es pretenciosa.
    Creo que lo has obviado premeditadamente, por lo manido pero es importante el papel del miniYoda: funciona de alivio cómico, te aproxima emocionalmente al prota, que es un cara de lata, y sugiere una trama más allá de la serie (que quizás sea solo un McGuffin que en la segunda temporada se van a encargar de llenar de contenido)
    (SPOILER) A mi modo de ver el último capitulo es por desgracia el más flojo con algún que otro detalle anticlimático, como la conversación de los stormtroopers, la abyecta muerte de Don Manuel, la eliminación del malo inicial de forma anecdótica, la muerte del androide un tanto random... Igualmente, esto es irrelevante, es de lo poquísimo mínima mente visible de la churrera Disney.

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    1. (Me gusta el nuevo estilo de blog pero... ¿¿¡¡¡¡¡no se puede borrar o editar los comentarios!!??)...

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    2. Me alegra que te guste. La plantilla es nueva y todavía estoy afinando cosas, puede que haya quedado algo sin activar respecto a los comentarios.

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