Cerrajería... porque abrir cerraduras en la vida real es divertido


Creo que la primera vez que me encontré con la habilidad "Abrir cerraduras" en un juego de rol fue al leer la clase Ladrón en AD&D 2ª ed. Desde entonces la he incluido en todos los que yo he diseñado y la considero indispensable para el arquetipo de personaje "sigiloso", ya sean espías, asesinos o amigos de lo ajeno. Su uso a nivel narrativo no tiene ningún misterio porque es imposible simularlo o describirlo de ninguna forma, no como un combate, en el que puedes hablar de las tácticas o maniobras que empleas. Abrir una cerradura es tirar un dado y poco más. En la realidad, sin embargo, es un asunto muy diferente.

La cerrajería es comparable a resolver un puzle, con la diferencia de que afecta a algo tangible, una puerta, y se obtiene una recompensa, acceder a su interior. Abrir algo sin utilizar la llave, "saltándose las reglas", provoca una sensación de triunfo muy especial. Para añadirle más interés, hacen falta unas herramientas específicas para lograrlo y requiere de una técnica básica que se puede ir depurando con el tiempo. Es bastante adictivo y tras unos cuantos intentos, podrás ver cualquier película o serie de televisión y cuando llega el momento de forzar una puerta, gritar con total indignación: "¡así no se hace!".

Mi intención en este artículo no es dar un curso de cómo abrir cerraduras, pero sí describir la cerrajería a grandes rasgos, porque creo que es el típico hobby que un rolero puede disfrutar... y cualquier forma nueva de pasar el tiempo es bienvenida en estos días. Como advertencia previa debo decir que en España es legal poseer ganzúas y usarlas para abrir cerraduras propias por puro entretenimiento, pero si las llevas por la calle la policía puede confiscártelas, a no ser que acredites que estás autorizado por tu profesión. Lo normal, si quieres dedicarte a esta afición de forma "deportiva", es usarlas solo en tu casa, comprar candados o estar atento a cuando alguien en tu barrio haga una reforma y tire unas puertas, para hacerte con sus cerraduras viejas (así conseguí yo las que uso para practicar). También se venden candados y cerraduras transparentes de entrenamiento, a veces con el propio kit de ganzúas.

Antes de empezar, recordemos las partes de las que consta una cerradura. En primer lugar está el tambor, que vendría a ser el cuerpo. En su centro hay un cilindro con una hendidura donde metemos la llave, que gracias a la forma de sus dientes, va subiendo unos pernos que encajan. Cuando todos están en su sitio, el mecanismo se desbloquea y podemos girar para abrir. Un sistema simple y muy similar al que ya se utilizaba en Egipto hace 4000 años.

Dicho esto ¿qué necesitaremos para abrir una cerradura? Primero una herramienta para hacer tensión, normalmente una pieza de metal doblada, y una ganzúa, que puede tener multitud de formas pero la más común es un gancho. No es nada complicado fabricarlas uno mismo. A partir de ahí, sea cual sea el modelo de cerradura, el procedimiento será el siguiente: colocar la herramienta de tensión haciendo una ligera torsión en la dirección en la que giraría el cilindro de manera natural, y después introducir la ganzúa para ir subiendo los pernos uno por uno, hasta desbloquearla y que gire.

Dicho así parece muy sencillo, pero ¿qué está ocurriendo realmente? Cualquier mecanismo tiene márgenes de error en su construcción y en el caso de las cerraduras, es de eso de lo que nos aprovechamos para manipularlas. En un diseño perfecto, si intentásemos ir subiendo cada perno y encajándolo arriba, se caería en cuanto retirásemos la ganzúa, lo que nos impediría continuar. Pero siempre hay imperfecciones y milímetros de más o de menos en el metal... así que al aplicar la torsión con la herramienta de tensión, creamos un pequeño espacio en el que los pernos pueden ir quedándose trabados y... al colocar uno tras otro la cerradura se abre. Esa es la diferencia entre una cerradura buena y una mala, las mejores están tan bien construidas que su tolerancia es mínima y obligan a forzarlas con mucho más cuidado, o nos obligan a emplear tanto tiempo que el ladrón medio desiste y se marcha. Las cerraduras más baratas, por el contrario, son tan bastas que tras unos cuantos empujones todos los pernos quedan arriba y prácticamente se abren solas. Eso ocurre mucho con los candados, por ejemplo.

(Esta descripción solo sirve para las cerraduras normales, las de seguridad no pueden abrirse de esta forma y además no las considero interesantes a nivel lúdico).

Como decía antes, esto no es un curso, solo una breve aproximación para picar el gusanillo. Si alguien está interesado en el noble arte de la cerrajería, siempre con buenas intenciones y dentro de la legalidad, puede leer mucho más sobre el tema en el mejor manual que existe para principiantes, la Guía MIT del Lockpicking. Espero que os divirtáis.

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