Otras cinco formas de romper el bloqueo del escritor


El bloqueo creativo es tan inherente a los escritores que parece que no eres realmente uno si no te has quedado paralizado frente a la página en blanco como mínimo un día… o un mes, o un año. Al igual que ese miedo es omnipresente para los que nos dedicamos al oficio de la pluma, también lo es ir en busca de consejos que puedan hacernos superar el bache y decir, al fin, todo eso que bulle en nuestra cabeza.

Puede que este sea el cuarto, o quizá el quinto artículo sobre este tema… y estoy seguro de que habrá muchos más. Espero que alguna de estas sugerencias os sirva, pensad que si ya estáis bloqueados ¿qué podéis perder?

1.- Romper con la rutina o crear una nueva

Uno de los consejos habituales para los que quieren dedicarse a la escritura de forma seria es tomárselo como un trabajo y establecer unas horas al día en las que escribir, pase lo que pase. Sin embargo, esta rutina, aunque tiene muchas ventajas, también puede lastrarnos a la hora de desatar nuestra creatividad. No hay nada más frustrante que tener a alguien, uno mismo, diciéndote: “escribe, escribe ahora, este es el momento”.

Si te has sentado durante horas, o días, frente a tu portátil, sin que salga nada de provecho, siempre a la misma hora de la tarde o de la noche, quizá convenga replantearse ese horario… o directamente si necesitas uno. Busca otros momentos, pon el despertador media hora antes, lleva una libreta para apuntar frases sueltas en el bus o en una cafetería, ten abierto un documento de Google Docs siempre en tu portátil mientras haces otras cosas, para capturar ideas, o usa aplicaciones de notas como Google Keep o Evernote. Lo que sea con tal de separar la escritura de los corsés y la sensación de obligación.

2.- Romper con el lugar

En el punto anterior ya dábamos pistas sobre esto: quizá lo que te está asfixiando es tener siempre la misma pared frente a ti, en la misma habitación, a la misma hora, mientras el cursor parpadea sobre el folio vacío. La misma luz, el mismo papel pintado, la misma sensación de estar en una prisión en la que te roban hasta el papel y el lápiz, para no dejarte crear nada. Quizá incluso sientas una punzada de agobio cuando llega el momento de sentarte en ese lugar.

Prueba a escribir en una cafetería de tu barrio, en la biblioteca rodeado de estudiantes que preparan sus exámenes, en las paradas de metro, en la cola para comprar el pan. Pasea por tu ciudad y busca un buen sitio en un parque que hacer tuyo. Toma notas mientras bajas al perro a hacer sus cosas. Quizá pienses que vas a poder escribir pocas frases en esos lugares y momentos sueltos… pero unas pocas siempre serán mejor que ninguna.

3.- Romper con el soporte, el formato o el medio
No le debes nada al procesador de textos, ni a Scrivener, ni a tu taco de notas preferido. No han sido grandes aliados, si ahora estás perdido tratando de rescatar los jirones de tu historia y producir algo coherente. En muchas ocasiones nos convencemos de que estamos usando las mejores herramientas, porque son las de siempre y en un momento nos dieron resultado… pero no ahora. Así que quizá sea el momento de apoyarse en otra cosa.

Si eres fan de algo de lo anterior, olvídalo y piensa en el resto de opciones: ¿te serviría para organizarte mejor una aplicación orientada a los escritores, como Scrivener o Manuskript? (Mejor este último, que es libre y gratuito). ¿Has probado a separar tus escenas en tarjetas, o a llevar el control con ellas de tus personajes, ubicaciones, puntos clave…? Sí, me refiero a tarjetas físicas. Porque apartarse de lo digital e intangible un rato también es otra táctica. Piensa en escribir el borrador de tu novela, o al menos las ideas para él, en un bonito cuaderno, con una pluma estilográfica. A mí personalmente siempre me dan ganas de escribir así.

Si te aventuras a ser más radical, haz un álbum de recortes, buscando fotos de actores, lugares u objetos que te gusten y te remitan a tu historia, lo que un hipster llamaría un moodboard. También hablamos de ellos hace tiempo. Empieza un blog secreto. Haz un grupo de microrrelatos por Telegram.

4.- Romper con el género
Tu historia es (supuestamente) una apasionante novela de fantasía juvenil, que debería atrapar a los lectores y hacerles desear seguir a tus protagonistas en sus mágicas aventuras. Pero por ahora es tan sosa e inmóvil que ni siquiera tú tienes ganas de escribirla. Al menos no así. Quizá has caído en la trampa de elegir un género sin dejar que ocurra al contrario… escribir primero, y después llegar a la conclusión de dónde encaja.

Si lo piensas, son todo ventajas, ya no te torturará el temor de usar clichés, o querer hacerlo y no saber cómo, o que tu obra tenga mucho de algo que esperabas y que no cuadra con la etiqueta que le habías asignado. Muchas historias son mixtas y es bueno que sea así. Puede que tu trama funcione mejor si la centras en los protagonistas y se vuelve más romántica, o si ese thriller noir que tenías en mente se transforma, gracias a tu rigurosa documentación, en algo más histórico.

5.- Romper con el estilo
Este es uno de mis consejos favoritos, pero también de los más difíciles de llevar a cabo. Nuestro estilo está tan grabado a fuego en nosotros que tratar de librarnos de él es como intentar hablar sin acento o quitarnos un tic jugando al poker. Para empezar, quizá ni siquiera seamos conscientes de que tenemos un estilo. Nuestros textos, para nosotros mismos, lo más probable es que nos parezcan naturales y equilibrados, sin vicios ni muletillas. En este punto es donde nos vendría bien la mirada de otro, que nos diga si nos pasamos o nos quedamos cortos con las descripciones, si nuestros diálogos suenan naturales o a Góngora y Quevedo… etc.

Chuck Palahniuk, el autor de El club de la lucha, entre otras, tiene un ejercicio fantástico sobre esto, uno que ya mencionamos, que te hace odiar ser escritor y que provoca ganas de darse cabezazos contra la pared. Pero a pesar de todo, lo recomiendo. Consiste en escribir durante un tiempo sin usar verbos de pensamiento, es decir, no podemos recurrir a “Juan pensó que aquello era una locura”, sino que debemos traducirlo a las imágenes físicas que reflejan esa desesperación. En este caso, “Juan caminó con paso vivo de un lado a otro, mesándose los cabellos”. En el más puro estilo de mostrar en vez de contar. Si nuestro vicio es soltar largas parrafadas desde la mente de nuestros personajes, resulta un ejercicio doloroso pero refrescante, a la larga.

Bonus: Romper con el público o las expectativas
Reconócelo, te estás haciendo daño a ti mismo con tanta frustración, convirtiendo algo que antes te divertía, escribir, en una tarea pesada y monótona. Tú no te hiciste escritor para sentir que estás picando piedra, día tras día, en busca de una veta de inspiración que te salve. ¿Cómo has llegado a esa situación? Probablemente porque has puesto tu meta en el oro, en lo que espera al final, antes que en el proceso.

Al principio no se trataba de ganar la aceptación de nadie, lograr visitas, subir en el ranking de libros vendidos en Amazon… escribías porque un día miraste tu libro favorito y pensaste “yo también puedo, y quiero, hacerlo”. La ruta misma, el propio viaje de ser escritor era lo divertido. Mostrar tu trabajo a otros era solo otra estación más. Al final del día podías encontrarte satisfecho a solas, simplemente viendo las páginas llenas de aventuras y personajes que habías llenado. Sabiendo que estabas creando algo que a ti mismo te encantaría, como lector. Eso es lo verdaderamente importante, y cuando rompas el lastre de las expectativas no cumplidas, es cuando empezarás a recuperar ese espíritu.


Photo by hannah grace on Unsplash

Comentarios

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  2. Creo que tocas, sin mencionarlo, un tema esencial: cuando escribes ¿estudias o trabajas? ¿Lo haces porque te lo pasas bien o porque quieres ser admirado, o ganar dinero o...?
    Obviamente todo escritor, salvo unos pocos que raras veces conocemos, desea ser leído, y supongo, que si no admirado, al menos le gustaría lograr la complicidad entre el que cuenta una historia y el que la escucha.
    Creo que ya lo mencionaste alguna vez. Una de las cosas que me ha ayudado a escribir más estos últimos años es la sencilla idea de "escribe sin más". Asumir que escribirás basura pero escribir. Es como calentar, tras unas páginas dolor y pesadez, vas notándote cada vez más ligero y al final te descubres corriendo el maratón.
    Escribir y escribir, sin mirar atrás, sin repasar, sin rehacer. Ya habrá tiempo. Solo hay que pensar en avanzar y avanzar.
    Me ha pasado con el nanowrimo, que descubrí gracias a tí, y gracias a eso he escrito cuatro libros, uno listo y presentado a un premio, otro pendiente de las revisiones finales y dos que duermen esperando una oportunidad. Antes de eso, solo había escrito cuentos cortos.
    También es interesante participar en páginas que hacen pequeñas competiciones o juegos en las que se proponen hacer historias de 500 0 750 palabras, con ciertas condiciones de salida "deberá aparecer un pelirojo y un barco velero". Mencionaré la recientemente desaparecida (se supone que solo se está dando un descanso pero...) literautas o .
    Escribir por escribir, sin pensar en resultados, por supuesto en géneros o estilos, es a mi modo de ver una de las mejores maneras de despertar al escritor, bueno o malo (eso ya es cosa de los demás) que tienes atrapado en tu cabeza. Porque todo es tan sencillo como eso. Escribir.
    Ahora,hay que ser sincero, si lo que en realidad quieres es ser "ese escritor de éxito", y estás atascado frente a una hoja en blanco, sin saber qué poner, mi consejo es que escribas algo con sexo y gente rica, con adolescentes con poderes mágicos o habilidades especiales, o tal vez, que te compres cuarenta revistas y hagas un libro de autoayuda a base de resumir los mejores consejos para ser feliz que hay en ellas cada mes. Si eres budista y tuviste un Ferrari, mejor.

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    Respuestas
    1. Perfecto ese consejo final, ya sabía yo que estaba equivocando el camino... mi futura saga de de chavales de instituto que pueden hacer magia cantando trap ya está en marcha. La mansión en Beverly Hills cada día está más cerca.

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    2. ¡No había caído en lo del trap!

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